Me gusta, en las despedidas, ser el primero en decir adiós,
si llegado el momento, me despisto y se me adelantan,
arraiga en mi una irreal sensación de abandono
y me cuesta decenas de alientos recuperarme.
Entonces, el día menos pensado,
en la cola del banco,
pesándome la fruta en el súper,
o cambiando el aceite del coche,
tranquilamente suelto en voz alta:
adiós cariño
y ese día, por fin, duermo tranquilo...
si llegado el momento, me despisto y se me adelantan,
arraiga en mi una irreal sensación de abandono
y me cuesta decenas de alientos recuperarme.
Entonces, el día menos pensado,
en la cola del banco,
pesándome la fruta en el súper,
o cambiando el aceite del coche,
tranquilamente suelto en voz alta:
adiós cariño
y ese día, por fin, duermo tranquilo...