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dentro

No recuerdo cuando empece a meterme todo lo que tenía forma fálica por el coño. Se que una de las primeras cositas que me metí fue el mango de un martillo de plástico de un juego de herramientas de mi hermano Raúl, el mango no era macizo, su silueta la formaban numerosas láminas paralelas superpuestas y unidas por un núcleo central. Si cierro los ojos noto cada pequeño empuje que tenía que hacer para introducir cada laminita. Tarde varios meses en poder tener todo el mango dentro, un día llegaba hasta la sexta, otro a la décima… Al principio lo tomé como un juego, a los dieciséis ya era una experta, ahora con 36 no salgo de tu cuarto de baño sin haber probado tu cepillo de dientes.